A pesar del brutal ajuste y el superávit fiscal, la deuda no para de crecer. Y el Gobierno de Javier Milei va en busca de más dólares de parte del FMI, el Banco Mundial o quien sea, para sostener un modelo económico de hambre y miseria.
Una política económica que va destruyendo la industria y el comercio local, los ingresos populares y las fuentes mismas de la vida como el agua, los suelos, los bosques. Subordina cada día más la economía a las empresas y fondos trasnacionales y gobiernos extranjeros. En la década del 90 vivimos una experiencia similar y todos sabemos de sus nefastas consecuencias de vaciamiento, ajuste y degradación social que produjo, llevando al estallido popular del 2001.
El plan central del gobierno es un recorte gigantesco sobre las partidas de jubilaciones, medicamentos del PAMI, salarios estatales, fondos de las universidades, obra pública en rutas, escuelas, hospitales, edificios públicos, auxilio económico para provincias y programas de asistencia social (como el Potenciar Trabajo o los alimentos de los comedores).
El gasto estatal podado se traduce en una actividad económica un escalón más abajo del que supo estar hasta fines de año pasado (-1,9%), pero con una caída llamativamente notoria en industria (-6%), construcción (-11%) y comercio (-6%), es decir, los sectores que más empleo y valor agregado producen. No se trata de un efecto secundario de la política económica: esa es la política económica que el Gobierno eligió para enfrentar los altos niveles de inflación.
Además, se afectaron con saña aquellos sectores que el Gobierno pretende utilizar como enemigos en su “batalla cultural” contra los derechos populares. Por eso se recortaron los programas que brindaban asistencia social a los sectores más vulnerables, o los que buscaban paliar las desigualdades de esta sociedad patriarcal. O dar insumos y herramientas a familias campesinas, o acercar cine, libros, cultura en general para los sectores populares, cuidar el ambiente, y la lista sigue. El ajuste empeora la vida, y empuja a los hogares a resolver los gastos cotidianos con más horas de trabajo precarizado, incluyendo aquel no remunerado, que recae mayormente sobre las espaldas de las mujeres y disidencias. La población migrante es estigmatizada, y ni lxs niñxs se salvan, ante los proyectos de ley que buscan bajar la edad de punibilidad acusándoles de ser la causa de la inseguridad.
Pero… a pesar de todo eso, la deuda creció y su pago fue convertido en la prioridad política número uno. El aumento se debe a que fue utilizada para reforzar el hundimiento de la economía como herramienta contra la inflación, por medio del mecanismos de quitar pesos de la circulación económica. Así, $8,4 BILLONES están en una cuenta inmóvil en el Banco Central, producto de lo que el gobierno colocó de nueva deuda y lo que ajustó. Ya se destinaron $4 BILLONES a adelantar (si, adelantar) la compra de dólares para los pagos de deuda del año 2025. Y el pago de los intereses sobre esta estafa garantiza a los grandes especuladores sus ganancias récord valuadas en dólares.
Espejitos de colores
La “salida del cepo” es el hito que muchxs analistas mediáticos señalan como la esperanza de la reactivación, pero es también la esperanza de la repatriación de dividendos al exterior de las empresas que les pagan las opiniones. Esa medida es postergada por el Gobierno, que aspira a evitar que esa liberación del mercado de cambios genere una nueva devaluación incontrolable y se traslade a los precios, como pasó con la devaluación de diciembre del 2023.
Por eso el Ministro de Economía, Luis Caputo, quiere nuevamente los dólares del FMI, para avanzar con esa medida con “poder de fuego” en el Banco Central para enfrentar una corrida contra el peso. No pueden obtener todavía dólares saliendo directamente al mercado de crédito internacional. Quieren evitar que se diluya el capital político del gobierno por haber bajado la inflación (con esa receta recesiva).
No les importa el costo político de que sean figuras centrales del Gobierno los mismos personajes de la gestión Macri (L. Caputo, F. Sturzenegger, P. Bullrich), que ataron al país al FMI en 2018, aumentando la deuda y la pobreza para garantizar la fuga de capitales.
Patear el problema para adelante sumando clavos al cajón del endeudamiento
“Y si sale bien”? El “éxito” del proyecto será dejar una economía con una menor producción local (salvo en algunos sectores exportadores que insumen poco empleo), con menos trabajo, con una mayor miseria, inseguridad creciente, una vida pauperizada, y una depredación mayor sobre la naturaleza y los territorios de las comunidades, para hacerse de dólares para seguir la rueda a toda costa. Lo que también habrá es una mayor extranjerización y una hipoteca gigantesca que pretenderá ser pagada luego con otra ronda de ajuste, o en un nuevo relanzamiento del endeudamiento odioso y perpetuo.
Nadie presta plata gratis
Además del interés, tanto el FMI como el Banco Mundial y los prestamistas privados exigen condiciones. De “normalidad capitalista” en los negocios, y también exenciones impositivas y privilegios jurídicos como ofrece el RIGI, infraestructura a medida,contención de las demandas populares, y lo que se les ocurra plantear. La economía local y la suerte de quienes vivimos en la Argentina queda en las manos de enormes fondos internacionales o de los Gobiernos que integran el directorio del FMI y del Banco Mundial (donde Estados Unidos tiene poder de veto).
En el camino del autoritarismo
Para sostener ese ajuste hasta ahora, el Gobierno viene avanzando en un camino de autoritarismo. Con represiones callejeras y la criminalización de dirigentes piqueteros y sindicales. Avanzaron en su plan al filo de desconocer la cobertura republicana del Congreso. Se manejaron con Decretos de Necesidad y Urgencia con los que establecieron inconstitucionalmente una nueva fórmula de actualización de jubilaciones, el poder del Ejecutivo para aumentar la deuda pública sin aprobación parlamentaria, el fin de la Ley 26.160 de emergencia en materia de las tierras de las comunidades indígenas, etc.,o con los vetos que dieron marcha atrás con el aumento de jubilaciones y el incremento de salarios de docentes y no docentes universitaries. En ese escenario, los grandes partidos tradicionales se dividieron, con el pase a apoyar al Gobierno de sectores de la UCR, el PRO, el PJ. Como vimos recientemente, hasta fueron comprados legisladores. Estos espacios no pudieron garantizar una oposición al Gobierno, salvo en la derogación del DNU con fondos excepcionales para la SIDE.
Otro camino: resistir en la más amplia unidad y Nunca Más a la deuda y el FMI
A pesar de los intentos represivos del Gobierno, este año no faltaron las luchas y movilizaciones. Y la calle va a seguir siendo el escenario donde se van a expresar las convocatorias en defensa de la salud, la educación, los salarios, contra el hambre, contra la violencia machista, la discriminación y la desigualdad, los derechos de lxs niñxs, la defensa de los territorios y los bienes comunes, entreå otras.
Todas esas luchas parciales van a enfrentar un modelo que tiene el pago de la estafa de la deuda como un punto central. Fue solo con la presión de las calles y el levantamiento del 19 y 20 de diciembre de 2001 que se logró suspender la mitad del pago durante tres años y empezar a recuperar lo perdido, mostrando además que otro camino es posible.
Por eso, desde la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago y la Investigación de la Deuda llamamos a resistir en unidad, señalando las relaciones entre cada ataque a los sectores populares y el pago de una deuda que no debemos. También, para plantear la urgencia del Nunca Más a la deuda ilegal e ilegítima, a los acuerdos con el FMI, para que puedan tener éxito nuestros esfuerzos colectivos para construir una sociedad diferente, al servicio de nuestros derechos como pueblos y naturaleza.
AUTOCONVOCATORIA POR LA SUSPENSIÓN DEL PAGO E INVESTIGACIÓN DE LA DEUDA
- Argentina, 18/12/24
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